Aunque evidentemente existen algunos ejemplos anteriores de otra manera de ver las cosas; podría decirse que, practicamente hasta el siglo XVIII, el trabajo carecía de valor social y la pobreza, lejos de parecer una lacra social, se entendía como una gracia divina; un estado asignado por la providencia para el ejercicio de virtudes como la resignación y la humildad para quienes la sufrían y de compasión y caridad para quienes la contemplaban.
Pese que en España en 1787 tenia una mejoría económica, la esperanza de vida continuaba oscilando alrededor de los treinta años, existía una alta mortalidad generalizada, sobre todo infantil, la mitad de la población era indigente. Sin embargo, en este periodo triste y difícil, se produce un cambio en la mentalidad.Poco a poco se comienza a considerar que la pobreza no es algo natural, sino algo a lo que hay que poner remedio, y que para ello solo hay una solución, dar trabajo y educación al pobre, ayudarle a encontrar su dignidad.
Obra: La pobreza a orillas del mar (Pablo Picasso)
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